Criptozoología: La bestia de Borbotó

Nos encaminamos a la comarca valenciana de L'Horta Nord, concretamente a la zona delimitada por el conocido como Camino de Moncada al este, las localidades de Burjassot y Godella al oeste y la ciudad de València al sur, zona de huerta tradicional castigada por la presión urbanística del área metropolitana de la capital valenciana.
En este punto tuvieron lugar unos hechos harto inexplicables que nos harán aproximarnos a uno de los casos más curiosos y sorprendentes de la criptozoología de la zona en las últimas décadas y que la prensa de la época bautizó como "El caso de la bestia de Borbotó".
Corría el mes de mayo de 1990, los días empezaban a tener más horas de luz y las temperaturas a suavizarse, por lo que algunos vecinos de las localidades antes citadas, aprovechaban las tardes para pasear por la zona de huerta, observando las evoluciones de los agricultores, conversando con ellos o relajándose con el tranquilo paseo por los caminos entre los cultivos de cítricos, chufas, alcachofas...
Pero aquellas conversaciones con los agricultores y aquellos paseos por la huerta, fueron convirtiéndose en motivo de inquietud por las noticias que empezaron a correr de boca en boca y por las pruebas físicas de que algo fuera de lo habitual sucedía: empezaban a verse daños en algunos naranjos e higueras, al parecer unos desgarros producidos por un animal desconocido, puesto que su tamaño no coincidía con el que producirían mordeduras de perro o arañazos de gatos que deambulaban habitualmente por los campos, precisamente el motivo que argumentaban los que intentaron explicar razonablemente la situación, argumentando que eran mordeduras de cánidos de gran tamaño o arañazos de algún gato montés, no habitual en la zona.
Otro dato inquietante era la sospechosa coincidencia del comienzo de los rumores, con la repentina desaparición de los citados animales que formaban parte de ese paisaje semiurbano. Hacía días, comentaban los agricultores, que no se veían gatos ni perros, como los que habían establecido sus territorios en las inmediaciones de una industria cárnica cercana, en el término de Burjassot, y que acudían a las cercanías del bar de las instalaciones a las horas de descanso de los trabajadores, esperando que éstos les dieran algo de comida. Ya no aparecían.
Poco más de un mes tardó la prensa local en hacerse eco del misterioso caso, que nos hizo recordar al de "la bestia de Gévaudan".
Todo
comenzó con la voz de alarma de algunos agricultores que comenzaron
a observar destrozos en algunos de sus naranjos y limoneros,
aparentemente producidos por grandes garras que despedazaban incluso
los troncos de los árboles, como sucedió en un limonero ubicado en
la entrada de Borbotó que llega desde la pedanía de Massarrojos.
Alertada entonces la Guardia Civil del cuartel situado en la cercana población de Moncada y las
policías locales de Burjassot, Godella y València debido al miedo
instalado en los agricultores, comenzaron las pesquisas para tratar
de esclarecer la causa de los daños.

Parecía hecho por garras de un tamaño exageradamente grande.
Una soleada mañana de julio de 1990 saltó a la prensa el espectacular avistamiento que realizaron los trabajadores de una industria cárnica. Mientras almorzaban en una especie de terraza en el lateral superior del edificio, asistieron atónitos a la aparición de un animal de color oscuro que saltó sin ningún problema un muro (hoy ya desaparecido) de las instalaciones de la grúa municipal de Burjassot y se dirigió hacia los huertos cercanos andando sigilosamente y tal como describieron: "con el lomo casi pegado al suelo y con una larga cola". Comenzaron a gritar e intentar llamar la atención de la bestia, sin resultados. Desapareció entre los naranjos en dirección a la conocida Alquería Del Pí, (no es el conocido restaurante situado a unos cientos de metros de aquí), edificio que por aquel entonces se encontraba en estado de abandono y amenazando ruina. Esta construcción, joya del gótico civil valenciano de origen posiblemente anterior al siglo XVI, resultó ser una de las zonas más asociadas con la bestia, ya que en muchos avistamientos, sus escurridizas huidas eran hacia aquella alquería.

La llegada de la Policía Local de Burjassot, alertada por los trabajadores del matadero, pudo constatar, según nos indica la prensa de la época, la presencia de unas huellas catalogables como las de un felino de entre cuarenta y cincuenta kilos de peso. Más combustible para la hoguera del miedo que se estaba instalando entre los agricultores de Borbotó, que llegaron a atender los riegos nocturnos de sus campos, armados con escopetas de caza o incluso acompañados de policías rurales y guardias civiles.
Muchos testigos de la aparición de ese día no estaban de acuerdo a la versión que indicaban las huellas, ya que según decían, su modo de moverse no parecía el de un felino, pero tampoco el de un perro salvaje como apuntaban los rumores desde las primeras apariciones. Se llegó entonces a hablar de un oso o de algún animal "exótico", posiblemente huído de la vivienda de algún vecino con alto poder adquisitivo y residente en alguna urbanización cercana, que habría ocultado su existencia por la ilegalidad de tener ese tipo de animales en el domicilio particular. Lo cierto es que nunca se pudo confirmar esta hipótesis.
Los supuestos avistamientos de la criatura siguieron sucediendo, llegando a darse avisos desde las inmediaciones de la localidad de Moncada, pero la investigación llegó a un punto muerto.
Paulatinamente la noticia fue desapareciendo de los medios y la calma volvió poco a poco a la huerta valenciana. Nada más se supo de la "Bestia de Borbotó". Nunca se supo qué animal provocó la psicosis en los curtidos agricultores. Como quien toca un tema tabú, dejaron de hablar del tema, instalándose en sus vidas esa amnesia selectiva que condena a determinadas situaciones a un "si no se habla de ello, no sucede" de quien quiere volver a la normalidad lo antes posible.
En la actualidad, de entre todos los vecinos de las poblaciones protagonistas con los que hemos hablado, pocos afirman recordar algo de "aquel perro salvaje", como se refieren a la bestia los que sí reconocen que sucedió algo extraño aquel verano de 1990. Eso sí, tras el comentario, inmediatamente quitan importancia al suceso intentando cambiar de tema, como si fuera mejor no remover esos asuntos. Puede que décadas después, aún exista cierto respeto o temor a la desaparecida "Bestia de Borbotó".
Desde el equipo de La Puerta 13, seguimos recabando información sobre el caso y esperamos actualizar muy pronto este artículo.
Texto y fotografías: ©David Dasar 2021
Agradecimiento especial a A. Villacañas y al diario Levante-EMV