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La València negra. El Crimen del Cine Oriente

23.04.2020

Nos situamos en València, el 30 de junio de 1.950. En las proximidades del ferrocarril a Barcelona, lo que en la actualidad es la Avenida de Filipinas, un guarda-agujas de la Renfe encuentra un bulto sospechoso medio sumergido en una acequia. Contiene las extremidades inferiores y superiores de un cadáver dentro de un cesto de paja y en estado de putrefacción. Al parecer son de una mujer, ya que están depilados y con las uñas pintadas.

La Comisaría de Ruzafa inicia entonces las diligencias esclarecedoras de las causas de tan macabro hallazgo.

Tres días después, en un solar de la calle Sueca, esquina a la de Denia, justo escondida tras un kiosko, aparece una caja de gran tamaño y en su interior dos sacos, atados con cuerdas, incluyendo cada uno de ellos la mitad de un tronco humano, seccionado por la cintura y en estado de descomposición.

El vigilante nocturno del barrio(el sereno de la época) es el primero en verlo, y afirma que alguien ha debido dejarlo allí hace poco tiempo, pues apenas unos momentos antes, estaba conversando con la esposa del conserje del Cine Oriente, pero afirma que tuvo que dejarla para acudir a una llamada.

Al volver, minutos después, encontró la caja en la esquina y tras comprobar su contenido, dio aviso a las autoridades.

Este segundo hallazgo intensifica las gestiones policiales, vigilándose especialmente el sector de las calles Denia y Sueca, pues las circunstancias con que el paquete ha sido depositado revelan que el mismo procede de la cercana vecindad. Aun se concreta algo más: los espectadores del citado cine y los vecinos del inmueble en que funciona el espectáculo se quejan de un hedor muy perceptible, atribuido por el dueño del local a las ratas muertas a causa del veneno que colocan para erradicarlas. Hasta el Jefe Superior de Policía de Valencia interviene personalmente en el asunto.

Pese a la explicación del propietario del cine, los investigadores relacionan los olores con los hallazgos y centran más la investigación en el cine Oriente y su personal.

Pretenden interrogar al conserje, pero no es posible, ha salido precipitadamente hacia Barcelona tras la recepción de un telegrama la noche anterior a su salida.

Ese es el motivo que manifiesta su esposa y limpiadora del cine, María López Ducos, y así se lo dice al vigilante nocturno con el cual conversa hasta altas horas de la madrugada, una vez finalizada la función de cine, alegando que no puede dormir a causa del calor.

El vigilante no cree lo del telegrama, habría pasado por sus manos al entregarlo el repartidor la pasada noche y él no vio a nadie.

La Policía sabe estas y otras cosas en apariencia menos significativas, como que María no está casada, sino que es la compañera sentimental de Salvador Rovira Pérez, conserje del cine Oriente, de cuarenta y cinco años y con antecedentes policiales. Él tiene esposa legítima, aunque se halla separado de ella desde hace siete años, pasándole una pensión. Desde entonces vive con María López, mujer conocida en el barrio por su carácter, su complexión física y que, al parecer, está muy enamorada de él, también con fama de mujeriego y bebedor en el barrio.

La policía tiene constancia de altercados entre la pareja con fuertes riñas, saldadas por ambas partes con arañazos y hematomas.

Es entonces cuando una sobrina del conserje, alarmada porque su tío marchó a Barcelona con lo puesto, sin maleta, empieza a hacer sospechar de la versión difundida por María que incluso afirmaba a la policía que Salvador pensaba pasar a Francia(hemos de recordar que era época franquista).

Interrogada María López, vuelve a dar su versión sin fisuras ni contradicciones, y un registro efectuado en su domicilio resulta infructuoso, pero los agentes constatan que la fetidez es más perceptible, sin duda por estar cercano al lugar donde se acumulan las ratas muertas, afirman.

Ese domicilio, en el que comparte vida con el conserje, está contiguo al cine y es cedido por el dueño del mismo a la pareja, mientras trabajaran en él.

 Se la deja en libertad, pero se ordena su estrecha vigilancia. Apenas regresa al domicilio comienza a quemar espliego, lo que provoca más sospechas de las fuerzas del orden.

Vuelve a practicarse un nuevo y minucioso registro en casa del conserje y la limpiadora, pero en esta ocasión la policía encuentra una especie de pasaje directo a la parte trasera del cine. En ese pequeño trastero aparecen papeles idénticos a los que envolvían los restos humanos hallados; una barra de hierro con restos de pelos y sangre; una sierra; un cuchillo de carnicero, y finalmente, debajo de una viga, en el interior de una caja de galletas escondida, hallan una cabeza humana cubierta de tierra y estiércol para disimular el olor.

María entonces ya no niega nada y relata su versión de los hechos:

Cuenta que el 27 de junio, sobre las nueve de la mañana, tuvieron una riña; al empujarle, Salvador cayó de espaldas, golpeándose contra un pivote de una viga y muriendo en el acto. Ella creyendo que está desvanecido, lo acuesta en la cama y duerme con él por la noche sin extrañarse de que no se mueva.

Los investigadores empiezan a unir las piezas del puzzle.

Como estaba completamente sola y nadie les había escuchado esta vez, puso manos a la obra e intentó deshacerse del cadáver.

Provista de una sierra de arco y un cuchillo de carnicero, lo descuartiza con increíble rapidez y destreza. Forma tres lotes:

• el primero contiene las extremidades, que depila y maquilla cuidadosamente para simular que fueran de mujer y así dificultar la identificación, lo arroja en la acequia cercana a la vía férrea de lo que hoy es la Avenida de Filipinas;

Avenida de Filipinas en la actualidad
Avenida de Filipinas en la actualidad

• el segundo, contiene un tronco seccionado de forma que no se distingan los pechos y también depilado, lo abandona con demasiada precipitación en la esquina de la calle Sueca con Denia, al parecer, al ser casi descubierta por el vigilante nocturno, aprovechando su ausencia al ser llamado para un servicio.

• el tercero, la cabeza, la oculta en el cuarto donde es hallada al practicar el registro, detrás de la pantalla de proyección.

El descuartizamiento acelera la descomposición, aunque recibe un respiro gracias a la inconsciente ayuda del dueño del cine con su historia de las ratas muertas.

La incesante quema de espliego constatada por los investigadores, les induce a practicar el registro final.

Difícil resulta creer su versión de los hechos, ya que aunque hay una barra con restos de pelos y sangre, el cráneo del cadáver no presenta ninguna lesión, pero se da por válida.

Como curiosidad técnica señalar que los funcionarios del Gabinete de Identificación de la Jefatura de Valencia consiguen las necroimpresiones digitales, al desprender la piel palmar del cadáver en forma de guante y someterla a tratamiento de deshidratación y endurecimiento por espacio de unos días, todo ello en una época en la que ni siquiera se conocía el ADN.

Confrontadas las huellas dactilares con las tarjetas decadactilares obrantes en los archivos del Gabinete valenciano, son identificadas como pertenecientes a Salvador Rovira Pérez, casado, chofer, hijo de Salvador y de Carmen, natural de Beniel (Murcia), domiciliado en Valencia, calle Sueca, n° 22.

Fue la ficha policial del conserje(dados sus antecedentes penales) la que serviría de identificación final de los restos y le haría pasar a la macabra historia del crimen como "el descuartizado del cine Oriente".

Se sospechó y se habló de la posible ayuda al descuartizamiento por parte de una sobrina de María Ducós. Esa sobrina, casualmente, era trabajadora del cabaret Mogambo y amiga de su propietaria, Mercedes Viana, que moriría años después en la finca maldita de Tres Forques...

María González fue condenada con un atenuante equivalente al actual homicidio involuntario y muchos años después reapareció, según algunos testimonios, viviendo en el barrio del Carmen, cerca de la calle Corona. Esos testimonios aseguran que era una anciana de mirada perdida a la que se conocía por su hurañeza y carácter, que acudía a comprar a diario al mercado de Mossen Sorell, aunque no tenía trato con el vecindario.

Una vez allí, se le pierde la pista para siempre...

Texto y fotografías: ©David Dasar 2019

Referencias: Criminalia.com;Valenpedia/Las Provincias;Levante-EMV;Wikipedia...

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